Sin permiso su imagen se aloja en mi mente, cierto día aparece y sin pensarlo empieza a hacer parte de mi mundo.
Dice que tiene los ojos verdes, pero yo los veo del exquisito color de la miel. Dice que siempre huele bien, pero su perfume va más allá de lo normal, su aroma de azahares y rosas hacen tiritar mi piel y alboroza mi corazón.
No necesita saber qué es bella, ella lo sabe. Pero cada vez que le dijo palabras adornadas de alegorías esbeltas, se sonroja y su rubor ilumina su pálido rostro, como cuando la luna llena nace entre las montañas con su intenso color.
Su juventud no le quita madurez, es bien enseñada, acostumbrada a ganar y a aprender cuando se pierde, dedicada en los oficios es ejemplo a seguir, amadora de la vida y de su familia. Es una luz que ilumina por doquier el lado oscuro de los hombres.
Y así es que habita en mis pensamientos, trayendo su risa el viento, su voz en los susurros de la brisa y su presencia en la soledad de mis días. Y cuando escucho a Medrano o Nach, Cancerbero o a Miguel Gallardo, dedico sus letras a ella, que habita sin permiso en el jardín de mis pensamientos.