Éramos perfectos, ahora de errar nos construimos.
Lo teníamos todo y ahora sudamos por tener un poco.
Éramos grandes ahora somos mínimos ante la gigante mirada de un todo infinito.
Imperfectos aún sabemos cómo llegar a ser inmunes al mal.
Pero andamos a tumbos rodeando el abismo, orgullosos de no querer aceptar lo bueno.
De lo superfluo y efímero se alimenta las cortas horas de nuestro respirar.
Y no entendemos de la savia eterna de la que siempre nos han hablado.
Aún así el sol nos alumbra a todos …
Christian Kathartes, Colombia.