Contagio inverosímil de amor y odio,
nadie entiende esa dependencia callada,
anhelante de caricias y dádivas invaluables,
acusadas del pecado original y del errar varonil
no se percatan que por ellas existió, existe y existirá generaciones.
Le desnudan en redes y las esclavizan aún,
hombres sin madre y hermanas,
escupen la perfección que no tiene el hombre,
su perdición y cobijo,
felices son los astros pues ya tienen dueñas
y la misma Tierra es mujer,
si pudiera morir de algo,
querría sin reparos que fuera de Féminavirus.
Feliz mes, a las siempre queridas y no entendidas criaturas de abstracta belleza…
Christian Casbaker, 2020