Por: Christian Casbaker
Me resigne a leer cuando me di cuenta que con ello hablaría mejor y saldría de la pobreza mental que nos inoculan desde pequeños. Fue resignación en el colegio cuando nos obligaban a leer obras de la literatura colombiana que casi siempre conseguía en resúmenes en las misceláneas y que exponía con una verborrea inocua que siempre me dejaba bien librado con mi maestra de humanidades y celosos a mis desvelados compañeros que si se habían leído el libro completo a regañadientes.
Desde que empecé a verle sentido a leer, la resignación se convirtió en gusto, en placer y necesidad, tanto ahora que se nos presenta la oportunidad de leer a Colombia por medio de obras insignes que antes ignoraba, mundos del realismo mágico y poético que esperaban a hacer hallados en las hojas de los libros que siempre están dispuestos a la espera en cualquier Biblioteca pública o en una librería, aun en las calles de la Jiménez.
Con esta primera experiencia en La Vorágine me trasladé a lo inhóspito y bellamente exótico de los paisajes de nuestra selva y los llanos, a la brutalidad de la naturaleza anormal de los hombres encarnados por la codicia que irremediablemente mueve montañas con su fe mezquina, ávida de poder. Un capitalismo despiadado entre versos magistrales expuesto por Rivera, con una elocuencia poética que escandalizo las esferas literarias y políticas de la época, y que hoy tristemente nos susurra que la realidad simplemente ha cambiado de mascara, métodos y protagonistas.
Pero que nos da a niño a la vez, para que desde nuestras ocupaciones profesionales y empíricas aportemos a que esta realidad cambie, por eso leer nos hace saber de los errores pasados que no se deben volver a cometer, de los protagonistas de la miseria a los cuales se les resiste con acciones contundentes desde la educación y la cultura. Leer a Rivera, García Márquez, Cepeda Samudio, Laura Restrepo, en fin todos los autores, mujeres y hombres que nos dejaron universos de letras enmarcados en nuestra realidad. Que nos permite ver un poco atrás, para decidir hacer ahora y conseguir que el futuro sea mejor, para que las generaciones venideras encuentren un país orgulloso de su biodiversidad, su cultura y que a pesar de las heridas lacerantes de la ignorancia e indiferencia de sus pobladores se supo levantar y alzar su bandera en lo más alto de la cumbre para brillar como faro al mundo.
Gracias, por inducir esa magia lectora Equipo Diario de paz Colombia #10LibrosEn2020.