Cuando la tormenta pase,
y se amansen los caminos,
y seamos sobrevivientes
de un naufragio colectivo.
Con el corazón lloroso,
y el destino bendecido,
nos sentiremos dichosos,
tan sólo por estar vivos.
Y le daremos un abrazo
al primer desconocido,
y alabaremos la suerte,
de conservar un amigo.
Y entonces recordaremos,
todo aquello que perdimos
y de una vez aprenderemos,
todo lo que no aprendimos.
MARIO BENEDETTI