
Que tu amor vuele con alas propias, que nadie te diga a quien amar…
Y mucho menos que seas cautiva de un querer ajeno, anhelo extraño egoísta.
Que nadie escoja a quien mirar tus ojos, ni con quién compartir tus días cortos y fallecer sin haber amado de verdad.
Que tu vida sea tu autoría y nadie ajeno escriba tus sucesos idílicos y desvelos.
Que tu corazón mismo escoja por quién palpitar y tus suspiros nazcan sin cadenas.
Que tu heredad sea deseada y no una estirpe condenada al yugo.
Que tus desvelos sean voluntarios y no impuestos por la desdicha lastimera.
Que leas estos versos sin que te obligen y me recuerdes sin imposiciones.
Christian E. Castiblanco, Mujeres Versos 2020.