Mujeres Versos, el diario de Perla

Perla Lusete Rivera desde Honduras engendra un ramillete de poemas evocadores y nostálgicos, versos de sensaciones rebeldes que destilan una felicidad embriagadora. Una protesta poética son sus versos que definen a una mujer empoderada que no es indiferente al dolor de su patria…ancestros hablando.

Bienvenid@s al diario de Perla…

Olvido

Se enmoheció el sitio donde cuelga nuestra foto: plegaria con rostros aún sonrientes, el tuyo, con el cristal como máscara que defiende una sombra  y el mío como un ave amarilla, que resucitó de la guerra esta tarde de junio.  

 

Acto de fe

En mis ojos reposa un puñado de muertos.

Pero tu lenguaje me invoca  y araña  en los espejos el sabor de la felicidad.

Desatas cada nudo que yace en mis poros  y nadamos en los excesos,

vos alucinas en una cruz que crucifica otra cruz.

Padre del idioma oculto, 

la moral desconoce nuestro ritual del orgasmo,

que unge la noche como un acto de fe.

Tegucigalpa

Quiero superar la cruz que rodea esta ciudad.

Acertijos que se  balancean desde muchas lenguas.

No seré  una espectadora, víctima de traficantes de exorcismos y mercaderes de ojos cerrados que inventan números detrás de las puertas.

Desobedezco como me enseñó  mi padre, con mi rostro de hambre, a cada uno de sus artificios y esquivo las tormentas que babean sus bocas para que no se tiñan mis pasos de mansedumbre. 

Se puede  odiar invocando ángeles, pero también se puede llenar de huellas y de gritos los campos sepultados bajo el concreto.

Sigo sosteniendo que el paisaje guarda historias de hombres que han sido sacrificados por el silencio, que sus voces se entierran en el  asfalto para despertar un día en la fiesta de la memoria recobrada.

Profesia

Todo es presagio. Así arden en mí los significados. ―Antonio Gamoneda

El paisaje se repite bajo un telón de piedra.

El sol es un cíclope que despierta del sueño y me descubre retozando sobre la hierba.

Un grito interrumpe el sosiego del aire y descubro entre las rocas que se empujan en el cerco un escorpión conjurando mi sangre.

Mi madre, dueña del presagio palpa las gotas y anticipa un viaje lleno de estaciones,

y sentencia: un camino se romperá en la planta de los pies el día en que las estrellas duerman profundamente y un reloj pida disculpas

Como una Matrioshka

Soy aquella que puede habitarse como se habita una ciudad.

Una estación de rostros femeninos con ojos que desbaratan los gritos.

Inviernos arropados bajo túnicas de madera.

Artesanas de rituales que conjuran la luna y acomodan en vasijas de madera cada historia y su final.

Perla Lusete Rivera

Edición y recopilación, Christian E. Castiblanco

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