Tantos caminos recorridos, dejando tras de sí maestros de la rebeldía sin causa, hijos del egoísmo. Padres de las desgracias. En este punto cualquiera diría que no merecía misericordia, llegó al punto que su única compañera era la infalible soledad a razón de la definitiva ausencia de su ejército de ángeles caídos que humanizados prefirieron disfrutar aquel pequeño lapsus de placeres que da la mortalidad, esa saciedad efímera que él mismo les prometió a cambio de que se revelaran contra su hacedor.
Muerto al fin su orgullo miraba al cielo donde seguramente estaba su padre a la espera de su queja, el ancia de redimirse; a pesar de sus monumentales fiascos. Pero interrogantes como agujas empezaron a punzar su pecho: Bastaba con solo volver, arrepentido con el rabo entre las patas (literalmente)? Empezar una letanía de sincero arrepentimiento con lloriqueos y todo?…un etc de preguntas que le hicieron volver a su guarida crepuscular de vergüenza, esperando posibles respuestas, venidas quizás del cielo? Pues por primera vez después de tanto «oro», por ellas.

Christian E. Castiblanco.
Se va poniendo interesante la saga…
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Muchas gracias, por seguirla querido Sebastián.
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Muy interesante, te deja con ganas de leer más…
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Gracias tan querida, pronto seguiré construyendo está humilde historia…
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Me parece perfecto y yo espero para leer encantada. Gracias
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Reblogueó esto en RELATOS Y COLUMNAS.
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Muy interesante llamó mi atención.Pero creo que nunca se arrepentirá
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Gracias por tu comentario 🌹
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Muy interesante experimento.
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Gracias por pasarte, síguenos en este experimento los lectores son nuestra mayor motivación.
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Estaré al pendiente.
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