Mujeres Versos, el diario de Ruby

Ruby Meléndez, mas conocida como Brissa desde Colombia nos ilumina con una poesía de nostalgias y recuerdos sutiles que se manifiestan en las cosas cotidianas y que ella poetisa con sencilla magistralidad. Alegoriza a ese ser amado que se manifiesta por doquier en el desapercibido diario existir de pequeñas cosas. La melancolía del paso inevitable del tiempo que hace ver atentamente la cotidianidad antes ignorada. La partida inesperada que dejan ayeres inconclusos...y estrellas inmortales

Bienvenid@s al diario de Ruby

A TU RECUERDO

Existe en mis huellas, en días grises,

existe para mí. En lo clandestino, nostalgia llanto.

Existe en la soledad de un verso.

Existe en cada hoja seca.

En el pavimento húmedo de rocio.

Aunque no estés en ningún lugar palpable.

Existe en un soplo de brisa fresca en los suspiros reprimidos.

Existe, aún en contra del infame olvido si la tierra reclama, existe para mi por cada gota de lluvia que riegue mi huerto.

Existe en la prisa, en lo cotidiano en el almuerzo.

Existe en cada historia, existe en los pliegues profundos de mi piel marchita.

Existe en las sabanas rugosas de una noche de insomnio.

Existe en la desesperación del inexorable paso del tiempo.

Porque si existes en cada instante, en lo cotidiano, en el recuerdo, entonces sabré que mi alma aún vive y mi corazón late…

MIO

Te buscare en la bruma de un sueño, donde te encuentro dueño de mis silencios.

De ocultos pensamientos vestido de paciencia esperas despertar conmigo.

Yo te consigo en las nubes, en el infinito, en todos los caminos contigo palpito, aunque estemos juntos, lejos, unidos por un suspiro.

En mundos escondidos de amor prohibido yo te concibo, en el grito, el silencio, en cualquier sentimiento, en el ruido en el borde de mi falda, mi blusa, en mis sandalias azules, en los bolsillos.

Te percibo, cada vez que respiro. Por lugares y caminos, te llevo conmigo

LLUVIA DE SEPTIEMBRE

La habité, me cobijó su sombra, me abrazó su abrigo apoderándose de mi, me succionaron sus paredes, lapidándome sus ladrillos.

Sembré mis células en cada escondite, la cocina, las repisas del cuarto, el polvo de los zapatos, los bolsillo del abrigo, tras pliegues del vestido, muchas noches de frío.

A través de las hendijas se filtraron innumerables fantasías. Bajo las sombras de los helechos busqué cobijo.

De memoria conozco todos sus rincones con aroma de eucalipto. De mi se apoderaron, la humedad de sus tejados, el olor a moho de sus retretes, las begonias amarillas, el rincón de mis olivos, aquel brillo intenso sobre el piso.

De memoria podría caminar, centímetro a centímetro sin tropezar. Bajo las lozas del patio, se infiltraron todas las horas, días, años.

Por el sumidero se fueron los sueños en remolinos. Impetuosas piedras entrelazadas evitan la partida, apresan los matorrales avejentados, teñidos de abandono, mezclados de olvido.

En partículas de arena y cemento, se ocultó la juventud, atrás quedó la edad, lágrimas morenas se fermentaron, me alcanzó la corrupción de la carne.

En mi cara el tiempo estampó surcos. Toda la casa la parí, tracé cada línea, planté un jardín, regado de risas y juegos, poco a poco se fueron apagando.

Luego el silencio llegó sin avisar, todos marcharon. Busco un trozo de sueños en el puño de mi tarde, la vida solo sopló, a paso veloz.

Antes que muera lacónica la noche, testigo mudo del afán de recuperar lo que queda, atrapar un trozo de esperanza, amaneceres nuevos, onomatopeyas invernales desatarán las hojas secas del destino

TRISTE PARTIDA

En su prisa por partir olvidó algunas cosas en el suelo.

Su camisa a cuadros, el esfero negro, un peine de colores, un poema mal escrito.

No se despidió, convertida en titilante estrella, fue alejándose de a poco con la noche clara reflejando su vestido…

Brissa

Edición y recopilación: Christian E. Castiblanco 2020

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