Mujeres Versos, el diario de Diana.

Diana Montenegro, desde el Cercado fuerte al final de la llanura (Facatativá), Colombia; nos deleita con una tímida poesía alimentada de vivencias, amores y desamores. Letras que van tomando forma en el tiempo y que las aviva los «recuerdos bonitos» de su memoria selectiva. Su diario es acompañado con unas colaboraciones del Editor que quiso acompañar sus versos con la belleza de sus retratos.

Bienvenid@s al diario de Diana

Mi deseo de ti

Despiertas el fuego de mis entrañas,

es desenfreno incontenible.

Mi boca recorre todo tu cuerpo,

undo mis dientes en tu carne, que siente tú palpitar.

Y nace un hormigueo interno,

deseo que tus ojos de lujuria me reflejen.

Océanos de placer dibujandote la cara,

tormenta de deseo en mi cuerpo desatada.

Amo lo que me haces sentir,

sensación que evocas, al percibir tus labios en mi espalda,

y tú lengua cómo huracán enfurecido.

Doblan mi voluntad, mi cuerpo sediento de tí.

Tú haciendo tuyos mis pechos,

deshaces como agua mi respiración.

Nuestros cuerpos en uno solo,

se miran, se acarician, se codician…en un éxtasis de pasión.

Día inesperado

Llega la ausencia sin avisar,

de una patada abre la puerta y entristece el corazón.

En el entrar intempestivo, se logró colar una brizna, un gajo multicolor diminuto y aromático.

Este se plantó en sus ojos y empezó a crecer de a poco, dándole color a la opaca estancia.

La ausencia deprimida se fue por donde vino y el escollo floreció tímidamente, deshaciendo lo opaco y pálido del ayer.

En el día inesperado la tempestad cesó y el barco antes náufrago hallo en su la tragedia la isla sin ausencias.

Llego una eterna primavera, en una estancia vestida de jardín antes marchitado. Nunca se supo de soledades.

En el día inesperado tocó la puerta la libre compañía, trayendo un cúmulo de inesperadas experiencias.

Contrastes

Incertidumbre que hace doler el pecho,

agonía incierta que deshace pensamientos,

caminos posibles un solo destino.

Penumbra aparente que escucha el lamento, luz que retoño en el pedazo de tiempo inesperado.

Una plegaria inusitada que rompe las aguas,

una respuesta sencilla a titánicos interrogantes,

contrastes impertinentes.

Un susurro interno que nunca para de hablar, silencio sabio que aconseja en la ausencia de clarividencia.

Respuestas que contrastan con sentires superfluos,

caídas maestras de las horas efímeras de un existir con propósito.

Contrastes que desvelan al enemigo, despistan sus artimañas,

pincelan la huella, que quizás será estrella cuando la carne se extinga.

Invasor del día

Brizna alumbrada en la jovial mañana, como hilos de esmeralda brillan.

La escena trae el vestido de sus ojos, que avivan aún más el paisaje resplandor.

Ópalo encendido entre las moles de verde rocoso, oscuridad desvanecida deshecha en niebla.

Escena de inmaculada palidez que se asemeja a su rostro, que me invade en un suspiro.

Cantos alados que le componen notas al viento, bullicio del alba que anuncian el asomo del sol, su voz rompiendo en recuerdo la melodía matinal.

El cielo se funde en el límite, en pincelada violenta se oscurece. Derretido el inmenso ojo de fuego en telas siderales que encienden la azabache estela.

Y es su pelo anochecido el que parece ondearse al viento nocturno, impertinente me habla de él.

Invasor del día, ya no hay poesía sin ti.

El miedo al apago ansiedad peligrosa.

Cadenas aureas…jaula de pasiones, preferible volar el mundo sin pesadas ataduras con sus alas libres, invasor del día.

Diana Montenegro.

Edición, colaboración y recopilación: Christian E Castiblanco.