Satanás arrepentido, la melancolía del caído V

Allí impotente observando desde lo alto de la «Casa de Dios», por primera vez se sintió vulnerable, un escalofrío mortal le turbaba el cuerpo. Y allí comenzó el fin, el caótico suceso vaticinado por los escépticos, aquella vez no sólo los soldados negros arribaron a la plaza sino que el cielo se empezó a cubrir de inmensas moles oscuras que hicieron anochecer el soleado día.

El sonido de la trompeta de oyó y la destrucción con sus tentáculos anunciaba el fin, ni las armas mas sofisticadas de los hombres logro frenar la Apocalipsis. Los mismos jinetes siniestros que Juan y muchos otros describieron en sus revelaciones comandaban por todos los puntos cardinales hordas que solo dejaban caos, destrucción y muerte.

Sus grandes moles oscuras cómo grandes aspiradoras iban dejando secos ríos y lagos, hasta la última gota de agua dulce se llevaban. Mientras tanto él todo esto como invisible e intocable lo iba viendo cómo si fuera espectador de una macabra película.

En soledad y clamando al cielo que este tipo de crucifixión terminará, se sentía profundamente solo, tan solo el vago recuerdo de su bella Lilith y su esplendor de antaño allá más allá del firmamento le acompañaba.

Pero una intriga lo empezó a asechar: De más allá del firmamento parece que vino este aniquilador que estaba haciendo lo que alguna vez él quiso hacer con la creación más preciada de su padre. Otro insurecto celestial que si pudo lograr su cometido? O los mismos hombres que tras siglos de callada planeación bajo sus enseñanzas estaban ejecutando aquella vez la tan anhelada extinción de los que consideraban razas inferiores?

Aquellas preguntas le hicieron despertar en un lugar diferente al paraíso que dejó antes de desvanecerse…

Christian E. Castiblanco, 2020. DR