Poesía Letal, Evis Martínez

Hoy en Poesía Letal, voces irreverentes. Evis Martínez desde Colombia ingresa a este club siniestro de verdades incómodas con sus versos llenos de oscuro sarcasmo… espero les joda la vida, perdón les guste…

Bievenid@s de nuevo a esta cafre sección

Ratas.

Ratas blanquecinas, ahogadas, sin tiempo,
corriendo apuradas hacia su prisión,
llenas de trabajo, sin causa, sin sueños,
siguiendo el sendero que otro dibujó.
Andan tan constantes, siempre hacia la nada,
siguiendo migajas, comprando basura,
hartandose el buche de heces endulzadas,
perdiendo el futuro entre compras y facturas.
Corren presurosas por calles atestadas,
ojos distraídos con publicidad,
deseando idioteces, siguiendo a la manada,
pagando ambiciones e infelicidad.
Colonia de roedores se expande por la tierra,
en recalcitrante masa de hedores nauseabundos,
que con fuerza y encono a su furia se aferran,
a su indiferencia, se apegan, moribundos.
Ratas que aborrecen sus trabajos malpagos,
pero lamen las botas del gato que les patea,
y odian, a los ratones que andan libres, les llaman vagos,
porque no tuvieron ellos, primero, la misma idea.
Se revuelcan en su estiércol, culpando al que se aparezca,
de la mancha que se posa en sus finas vestiduras,
y no hay mancha ni culpa que las ratas no merezcan
por arrojarse con gusto hacia su muerte prematura.
Que el ratoncito de campo, nada le debe al canalla
que decidió por su cuenta podrirse entre la multitud,
ni la rata subversiva, que en roer su destino no halla
le debe al gato tirano lealtad, ni esclavitud.
Roedores que siguen marchando, en fila de adormilados,
siguiendo la ruta precisa que algún día les matará,
abandonando el sí mismo, siguen la masa, atontados,
manteniendo en pie la trampa que sus cabezas cortará.

Flaco.

Flaco,
Ahora que usted no está,
Aquí se come ausencias.
Escucho desaprender, una y otra vez,
me acuerdo de su biblioteca sin libros,
de mis cuadros colgando en su pared.
Del abrazo friolento, anochecido por el tiempo,
De la presión en el pecho al pensar que su dolor
lo paliava un disfraz y unos trips, y no mis palabras cálidas.
Flaco,
No me imaginaba que su uso refinado del lenguaje
había nacido en «Lengua española para Dummies»,
No llegué a pensar que su vida estaría tan desordenada como su caligrafía.
Me pregunto, ¿Por qué le canté amaneceres
a una hiedra, por el crepúsculo dormida?
Despertarle en medio de este mundo, fue un acto despiadado.
Sí, flaco,
Sos el centro de una conspiración orquestada,
por todos los demás para orillarte al fracaso.
La calle es un teatro, con actores increíbles, que no le llegan a la punta del zapato.
Es una lastima que mis zapatos le hayan quedado grandes,
En esos no se trepa cualquiera para salir al mundo,
Y su pequeño mundo se reducía a unos semáforos.
Flaco, cuando usted decía que esto era duro
yo le entendía, allá afuera el mundo es un basural.
Y sí, sobrevivir ahí es jodidamente duro.
Pero es más duro si usted deja que el basural le poble la mente,
y a usted, flaco, la basura le habitaba también el corazón,
transitaba con una basura de discurso que ni usted creía.
Flaco, yo ya no quiero pintarle payasos con traje de atardecer,
ni recitarle poemas, porque usted degeneró el arte,
irrumpió en la tranquila soledad con la que yo retrataba historias, y me jodió.
Flaco, usted me volcó en el interior toda esa porquería que yo convertía en canción.

Un comentario en “Poesía Letal, Evis Martínez

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