Iván Mauricio Lombana Villalba desde la ciudad de los parques, Bucaramanga en Colombia llega con piezas poéticas elegantes y filosofícas, donde expone de manera magistral lo ruin de los actos insanos a los que pueden llegar a ser capaces las personas, también delata pensamientos y sensaciones derivados del sufrimiento. Escenas cotidianas que guardan en si mismas la paradoja humana, pecados capitales y esperanza en medio de la incertidumbre…un amor nacido en el martirio que desencadena la dualidad entre la alegría y la tristeza.
Bienvenid@s a la bitácora de Iván
Alphinlandia. Margaret Atwood
También giraban en círculos
los aretes de cuentas artesanales de Marjorie,
que al ritmo de sus rebuznos y de la tos
no paraba de saltar encima de Gavin, que
–mezclado el placer del vino con el de la agitación,
más la consternación por la sorpresa–,
gimió por un orgasmo.
Sólo le dolió a Constanza,
sentirse suplantada
por una mula raquítica
que la despreciaba a gritos.
A partir de entonces, todas las noches
se comía un Snuffy completo.

La felicidad. Guy Maupassant.
Desconcertado por la sorpresa
de escuchar a Suzanne de Sirmont;
temblorosa de la emoción y angustiada,
con la necesidad de confesar y hablar
de todo lo que se había guardado;
que una noche desapareció
raptada por el sous-officier de hussards,
enamorados sin haber cruzado palabra;
comprendió que ella había preferido
convertirse en campesina,
y que todavía amaba al soldado
con los ojos de la seducción.
Se percibe con brusquedad
la temerosa y terrible miseria de la vida,
la soledad y el negro aislamiento
entre sentimientos confusos
que hasta justo antes de morir
acunan para engañar.

Guy de Maupassant. Isaak Babel.
Por el antiguo salón eslavo
se paseaba con lenta elegancia
la camarera de senos altos
de los Benderski.
De mirada arrogante,
el cuerpo esbelto y fuerte,
y miopes los ojos libertinos;
con más destreza
se movería en la cama.
También habrá renegado
de la sífilis de su ama.

Réplica
“Hoy tengo mucho, mucho que hacer:
he de matar la memoria,
volver de piedra el corazón,
he de aprender a vivir de nuevo”.
Anna Ajmátova. Réquiem.
(Galaxia Gutenberg. p. 46).
Nunca vencieron
aunque se divirtieran con el sufrimiento,
aparten al otro que fuimos,
o se plazcan en humillar
y entorpecer la obra ajena.
Fracasaron de antemano,
con conductas miserables,
incapaces de compromiso
y pese a las diferencias.
No hay mucho más que hacer,
ni tienes que olvidar
lo que escapa a los afectos;
más que pronto se desvanecen
los rostros en su infamia.
No hay que ceder al delirio
de anhelar vivir de nuevo,
sin huir de la amenaza
de artistas y guerreros.
Nada hay que hacer,
ni que acabar,
si se retiene y conserva
lo querido y lo amado,
aunque dejes de desear
y de gozar del pasado.
Sólo se tiene una vida;
no hay que matar la memoria,
ni volver piedra, un corazón.

Primer amor. Iván Turgenev
No hay que sentirse feliz, por momentos,
incluso en el placer,
aunque martirice, por siempre querer amar;
sin que importe lo que se desee hacer.
Hubiera sobrevenido la infelicidad
sin no hubiera corrido a despedirse
tan sólo con un beso en la frente
–uno más fuerte y apasionado–,
abrazándome la cabeza.
No hay porque sentirse,
por momentos, incluso en el placer.
Después de azotarla con el látigo,
callada miró Zenaida a mi padre,
llevó la yema de los dedos a los labios,
y besó la sangre de su herida.
Aunque martirice el dolor de amar,
sólo por momentos, no se desvanece
la placidez de querer desear.

Iván Mauricio Lombana Villalba (Bucaramanga, Colombia, 1969)
Edición y recopilación: Christian E . Castiblanco, Colombia.
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