Los versos ecuatorianos de nuevo tiñen éste espacio de colores místicos, dejando inquietudes profundas. El académico y poeta George Reyes desde Ecuador cuenta tragedias evitables en un tono de explícita maestría poética. Compone la remembranza de los latidos de antaño y su rastro indeleble. La consecuencia del errar, que llama a la parca en el día inesperado. Los ayeres entre verdes rumores se debaten entre la luz y la sombra de las ramas de una estirpe que aún germina.
Bienvenid@s a la bitácora de George
CAÍN Y ABEL SIN VOZ
¡Ay Abel sin voz!
La tierra abre hoy sus fauces,
mi sangre saborea
y le sabe a elocuente grito.
Caín, tres te miran con dolor tu mano alzada
que con prisa de un brutal oleaje
oyen el maullido de esta sangre en tu mano no lavada;
se cae tu semblante y no lo recoges;
¡anuda tu equipaje!
La carne de tu frente la han marcado y tiembla,
porque tú, Caín, a un viaje de temor te han embarcado;
a mí, en cambio, me han dejado en esta órbita que espanta,
pero viviré, viviré y viviré.

MEMORIA DEL CORAZÓN
De esperanza la memoria se ha hinchado,
la vaciaste de dañina dulzura,
de congojas que pinchan sus pies.
La comezón de tocar
la altura del árbol
del corazón me arrancó la memoria.
En la frescura del tiempo
paseas en mi vesperal domicilio,
el bullicio del pie me abre los párpados
al mal
que caía
al bien que alcancé.
Y ya no paseas en esas horas
porque el astro mayor me relumbra,
se enreda en los repliegues de mis laberintos.

OCTAVO DÍA Y EL PARAJE DEL ESPEJO
La poesía señala de manera ambigua y con recovecos al ser
humano encarnado en su historia. gr
1
¿Secará la tinta que chorrea del buen árbol
la mortaja que aún me envuelve el corazón?
Lo que hoy el labio aprieta,
son los tantos sorbos de una voz hartada que se sueltan
sobre el orbe derramado en el día octavo.
2
En el pico de la hora no hay descanso:
la muerte que aún me ladra a la razón
salta un ventanal rabioso
del tórrido paraje que cae del espejo y se destroza,
al cual no he de volver en el octavo día.

EL ÁRBOL DEL BIEN y del mal
No sabía si los días se encogían o estiraban
en el patio de mis padres,
sentados en el lomo de ese árbol devastado.
2
Nací
llorando
y regué la espera,
en la brisa de los días sin retorno
que mecía sin notarlo nadie, solo yo,
las orejas de la planta que floreaba como yo en verano;
por siempre se posaron en mi memoria cesadas mariposas,
la elegía del flautín de mis sabuesos,
el grito carcajeado de un radio.
3
Con el soplo deambulando en mis verdores,
entró en mí yo no sé cuándo
racimo de alegría que se tarda;
me pegó con la resina del buen árbol siete semejanzas en las manos,
miserere milenario en los pies.
4
Entonces cinco pasos de mi raza
en turno de locura se estiraron,
dejando al medio día trozos de penumbra
que llevaba cada uno en sus compases.

George Reyes, Ecuador
Poeta, ensayista, crítico literario, editor y Presbítero ecuatoriano-mexicano; PhD en Teología; fundador de la Asociación Actuales Voces de la Poesía Latinoamericana (AVPL) y de AVPLA-Revista de Poesía. Los poemas proceden de su reciente poemario El Árbol del Bien y del mal (2021).
Edición y recopilación Christian E Castiblanco, Colombia
Felicitaciones mi estimado amigo, hermosos versos en una e planadade deliquia. Saludos cordiales poeta George. 👍👍🤗🇵🇪
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Gracias por tu comentario 👍
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