
Huele a neblina que viste las montañas, lágrimas del cielo empapan el valle. El verde atuendo de la lejanía se reverdece de vida, parece un tributo al arquitecto de su existencia. La brisa acaricia mi rostro y como dándome ánimos me invita a vivir el hoy como si fuera el último, sonrío viendo el teatro cotidiano: el bullicio del tráfico y el sin tiempo de las masas compulsivas que corren por sobrevivir. El perro el desafán del perro que aunque hambriento espera paciente el trozo de pan generoso...cada ser sobre La Tierra cobijado por la tutoría divina, anhela llegar a la cima por los motivos inmediatos, su sangre, su legado, la huella dejada en la descendencia.

Texto : Nancy Arévalo, Colombia
Edición y fotografía, Christian E Castiblanco.