Trilogía para la paz

Volvemos a nutrir nuestra sección subversiva de Muerte al silencio con poesía en rebeldía con lo establecido, versos que nos hablan de paz y esperanza para ésta adolorida humanidad e invitan a consolidar proyectos políticos y sociales sustentados en pilares de vida

Hoy con Alondra Gutiérrez Vargas desde Costa Rica


I. LA CALLE DE LA PAZ


Camina cansada,
entre lo que vemos
y pensamos.
Llora, grita,
entre los silencios
y olvidos de las almas
blancas.
Cuando callamos,
se queda dormida…
Cuando la olvidamos….
Se vuelve poesía.
Se desliza entre
las cunas del recién nacido,
cuidando millones de hogares.
En mentes maduras,
vuelve a ser niño y niña,
buscando parajes consentidos.
Sabe que transita
calles de amargura…
Porque pocos dicen,
la amo, la quiero.
Afirma sus pasos
cual las herraduras,
que marca el caballo,
al galopar intenso
sobre la pradera
¡La paz tiene miedo
ansia, desconsuelo…
de que todo se acabe.
de volver a ser valle
de los huesos!
Sin saber como
elaborar el duelo.
Ideas palpables,
violan sus derechos,
palabra impalpable,
leyes sin reflejos.
Papeles rebeldes
que no tienen ojos,
donde las miradas
no son pensamientos.
Se volvió callada…
Llora porque ya no hay ocasos,
ni risas, ni fiestas,
ni agradecimientos, para celebrar
cosechas y triunfos.
¡Ya no cree nada cuando
le decimos!
Aun así transita por calles
oscuras, buscando que se abran
las palabras blancas.
Quiere habitarnos
en el nacimiento…
vivir en las calles
de nuestros cuerpos.
Nacer en la idea.
¡Tener alas en nuestros ojos!
Saber que cuando ellos se cierren…
Hay nuevas almas que los abren…
Sin candados ni cerrojos, fluyendo
en el ADN de nuestros hijos.


Ii. LA PAZ TIENE APELLIDO

La paz se revela como dadora de vida, renovadora de la existencia.
Cuando la llevamos en nuestros labios…
Se vuelve germinal, amorosa, guerrera, inocente.
La nombras y se vuelve árbol con manos gigantescas, que crecen para anidarnos
a todos.
Deslumbra entre los hombres buenos
y los bailes de cultura, entre los peinados de las niñas dulces, de trenzas con flores y de colorete.
Las bellas mujeres felices adornando sus hogares con banderas de paz invisibles, pero sonrientes.
La paz tiene los ojos verdes del prado.
El cielo habita en su alma cristalina.

La nombras y se vuelve niño y niña,
con cantos de bandera, que asemejan agua fresca, cristalina, rejuvenecido almas.
A veces, está jugando con el viento que escapa entre las nubes y las pesadillas.

A ella no le gustan los campos de batalla…
Porque sabe que la sangre se mezcla transparente.
Porque no la borra el agua…
Porque caen los cuerpos
como hojas entre piedras,
donde la  historia la mantiene inerte.
La paz tiene delirio, sueños y derechos,
igual que la gente.
Disfruta del sol en los horizontes, al igual que del celaje en los cielos amarillos y el nido del ave que emigra reluciente, mostrando con orgullo a sus hijos
A veces se dispersa en los cinco continentes.
Donde levanta la cresta
y nos vuelve intactos, con la intención de que seamos nosotros…
Con la ilusión de que pronunciamos su apellido.
Ella se inclina al oído, le decimos hermana.
Ella susurra, mi nombre es la paz…. y mi apellido es, humana.


III. PRESAGIOS PRODIGIOS DE LA PAZ

Casi  está por comenzar una guerra y teñir de rojo los cielos celestes.
La muerte reta a la paz, con soplo amargo de peste.
Gran vuelo de almas se vislumbra en el este.
Se asesinan humanos por poder y ambición, como si la paz
no tuviera razón, ni raíz, ni corazón.
Ha nacido una nueva legión…
¡El apocalíptico, de la destrucción!
Presagios gritan los hombres.
Prodigios busca la paz.
Tiene dolores de parto, preñada de dolor profundo, corazón meditabundo, por los verdugos del mal.
Afligen la tierra.
Eliminan mujeres y niños, entre tumbas de sombras eternas, donde hombres buenos terminan dormidos, fusionandose con la tierra.
La paz hace duelos, por culpa de los crueles opresores del odio, de la guerra.
¡Todos haremos duelo por la Paz!
Cuando nuestros ojos ya no vean montañas, ni plantas, ni animales.
Cuando la luna llore sangre por las inclemencias de la destrucción.
Cuando el sol se consuma de decepción en su propia llama, porque no pudo imaginar un mundo sin risas y juegos, de niños abrazados a sus padres de amor.
Haremos duelo, porque manchamos tus vestidos.
Porque no valoramos la existencia de tu belleza.
Entonces, veremos a Dios arrepentido.
¿Será posible que él vuelva a creer?
¡Oh, raza humana!
¡Por qué tardas, qué esperas para extender tus manos y hacer valer la paz.
El mundo te espera, con la ilusión blanca de hondear tu bandera, para que volvamos a ser humanos.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s