IV. El desierto de tu ausencia
¿Por qué duele tanto tu ausencia?… a veces siento sus pasos por las baldosas frías de la casa y corro a su encuentro, para solo hallar el vacío del recuerdo. Cada cuando mi corazón parece romperse y sangrar, dejándome un inquisidor dolor.
Esa bendita ausencia dejó desiertos solitarios sobre mi alma que vaga envuelta en tormentas de arena, me venda los ojos y cuando logro ver se alzan sobre mi horizontes inalcanzables. La ausencia me quema como sol abrazador, me obliga a buscar un oasis donde refrescar mi derrota, pero aún no lo hallo y presiento el espejismo.
Ya mis pasos se cansan, el bastón de tu mano solo aparece en vano en el ansía de mis anhelos, tanto dolor y tanta ausencia me estaban llevando al regazo de la desdicha, de su siniestra cuna corrí en busca de mi propio oasis, saciar mi sed por mi misma y empezar a construir mi camino con los restazos de mi tristeza, para llegar a lugares insospechados dónde la hierba sea mi confidente y pueda dar fe que tu ausencia no asesinó mi existencia.
La unción llegará en el tiempo preciso, la vida me dará su sonrisa, poniendo frente a mis ojos todo su esplendor. Mientras sucede el milagro venderé al mejor postor el dolor de tu ausencia.
Idea original: Nancy Arévalo, Colombia
Edición: Christian E Castiblanco, Letrologias
Reblogueó esto en RELATOS Y COLUMNAS.
Me gustaLe gusta a 1 persona