Crónica del desamor VII

VII. Reverdecer

La ventana y yo, juntos, en compañía de mi amada soledad somos testigos del júbilo de las nubes que oscurecen el día. Como un gran telón de nubarrones grises empieza el cielo a clamar tormenta, observo inmóvil el estallido en la lejanía que trae la danza furiosa de las gotas infinitas que bañan la tierra.

Regocijado mi corazón me impulsa a salir al baile de lágrimas celestiales, como en mi época de infancia salto entre los charcos, la humedad invade mi cuerpo lavando mi tristeza que huye a borbotones por mi pies, la inmensa alegría me domina y el mundo me queda pequeño.

La nota final del jolgorio espanta la manta acuosa del firmamento, quedé exhausto y con la sensación de que mi adolorido pecho está sanando. En mi mente retoñan nuevas ilusiones… nuevos sueños que traen una paz infinita que me susurra al oído el nuevo comienzo, sin rencores ni remordimientos solo con la loca certeza que todo de aquí en adelante será un reverdecer paso a paso como la primavera después de la inclemencia del invierno.

Idea original: Nancy Arévalo, Colombia.

Edición y recopilación: Christian E Castiblanco Letrologias

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