» ¡Colombia que quiero tanto!«
Gustavo Petro Urrego

No elegimos dónde nacer, la providencia nos trajo a cierto terruño en ésta bella esfera flotante de vida.
Querer nuestro territorio al cual llamamos pais es la acción más sublime, una ofrenda a esa pacha mama que nos vio alumbrar y nos recibirá cuando se apague la luz.
Ese querer debe ser austero y medido, alejado de nacionalismos dañinos pues en términos generales somos ciudadanos del mundo.
Querer un país es cuidarlo desde lo mínimo y contribuir desde lo que sabemos hacer para que sus habitantes estén bien, elegir a los gobernantes que estén alineados con la vida, los valores y el sentido humano de la sociedad.
Querer un país es hacer las cosas diarias desde cualquier posición con amor, pensando en el bienestar colectivo. Apreciar, preservar y cuidar las formas de vida que nos acompañan.
Querer un país es apreciar a sus mujeres como dadoras de vida, ejes fundamentales de la sociedad. No trofeos para el deleite o amas del hogar por imposición. Querer un país es respetar la opinión ajena, actuar con decencia y apreciar las diferencias.
Querer un país es trabajar por la igualdad y la justicia social, promover el aseguramiento de las garantías básicas para que un ciudadano pueda ser funcional: educación, salud, vivienda y trabajo digno…sin más así se quiere un país.
«Hasta que la dignidad se haga costumbre, viviendo sabroso»
Francia Márquez.

Christian E Castiblanco