
A veces, los silencios vienen vestidos de lluvia, traen danzando entre sus brazos invisibles el aliento mentolado de los pinos y los eucaliptos, la niebla húmeda coloca perlas sobre las hojas y las ramas, parecen ramilletes de frutos traslúcidos que se deshacen al arrivo caluroso.
A veces, traen castillos flotantes, aluviones de pensamientos que engendran angustias y nostalgias. Superfluos velos que esconden la verdadera forma de las cosas, un teatro siniestro que entorpece el correcto andar de los hombres.
A veces, cargan susurros de una sabiduría inentendible, quizás incomprendida, que guía los pasos de los mortales sin rumbo. En pedacitos de murmullo se incrustan en la verde estampa de la incolume montaña, en la flor que muere para ser fruto…en los espejos del alma de las criaturas.
Los silencios son libros abiertos que claman a diario el dialecto del universo, un lenguaje que es callado por el bullicio ensordecedor de los rumores humanos, aún así persiste…y su voz se cuela entre la espesa marea de contradicciones para llegar sin mancha a los ávidos oídos.
A veces, es un cielo sin nubes con aureo esplendor, otras, un cielo lechoso de grises trazos, en veces, un halo anochecido con millones de diamantes danzando en el vacío…máscaras que dictan verdades ignoradas.
Christian E Castiblanco, Poesía pa’pensar DR 2022
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