
Disipa las sombras, desnudando las obras de arte que la Creación con su diestro pincel pinta sobre el lienzo de los días.
La joven telaraña decorada de perlas acuosas, se extiende cómo manto delicado entre los tallos, el brillo del rocío sobre las hojas, alumbran como estrellas bajadas del firmamento que se encienden a la caricia solar.

El césped acuna el rocío que se enciende como un mar de botones de diamante, una coraza lúcida que se evapora…la escena del despertar tiene como banda sonora un millar de trinares y lejanos rumores de los hombres que despiertan.

La revelación diaria trae formas difusas de un paraíso de antaño, que persiste en la simplicidad escondida lejos del afán de la monotonía…allí a la espera de que al fin el hombre entienda que la naturaleza no le pertenece…que simplemente él hace parte de ella.

El velo encendido arropa a buenos y malos, a criaturas y a hombres, a las verdes praderas y a los grises efímeros edificios…no distingue, es generoso, solo es parte del ciclo sagrado que hará que todo retorne a su origen.
Christopher Cástibar, Colombia
¡Qué bonito final!, que corona esa creación que día a día nos entrega ese gran artista celestial, un abrazo grande
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Gracias por acompañarnos, el día es un instante que se va y no todos los hoy son iguales…
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