Y sin saber por qué…
una perturbada tarde me consumí en tu mirada, me perdí en tus palabras.
Discutimos conceptos en torno al arte de retratar siluetas desnudas, te pregunté si asumirías el riesgo de llevar al lienzo, mis amaneceres húmedos y al compás de los segundos me enredé en los hilos de tus pensamientos y mi vientre vibró por la fuerza belicosa de tus labios, que bebían y se derramaban incansables.
Y el arte se hizo revolución…
sobre tu cuerpo, sentada, absorta, embebida en los sonidos que solo de la piel emanan cuando tienes la certeza de haber recorrido, una y más vidas junto a ese latir.
Y el arte se hizo revolución sobre tus muslos desnudos y todo lo que resulta inmoral, pero que disfrutamos jadeantes.
Y el arte se hizo revolución cuando levantaste el pincel para delinear las cordilleras que soberbias se alzan en mi pecho.
¡Siempre de tu mano, el arte, será nuestra revolución!
Claudia Mahecha, Colombia

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