El origen de la angustia

Aún espero en la bruma de los días, con mi corazón deshecho, el aire cundido de trinos, ese mismo que me trae despojos de las carencias. Al borde del barranco de mis lamentos, sostengo el hilo efímero de los días…

se abre una puerta más allá de lo entendible…se anuncia en una tonada melancólica el fin del ahora y comienza el viaje entre arcoiris de estrellas hacia la nueva oportunidad, si, es la muerte la eterna viajera.

En ese limbo de incertidumbre y anhelos rotos nace aparentemente implacable la angustia que deshace la tranquilidad, haciendo más difícil los días, pienso, que hasta respirar duele…

Casi vencido, con el horizonte imponente mirando en su mágico mutismo mi patética condición, llega al encuentro quizás la respuesta a esta bruma de desilusión,

¿acaso las criaturas sin aparente inteligencia viven su ciclo sin demostrar angustias?, parece que saben de antemano su propósito y el camino les es dado a razón de su esfuerzo,

aferrados a un origen de simpleza y humildad, ostentan una felicidad callada en la efímera oportunidad otorgada, sin ideologías ni sistemas los menores existen en una perfecta armonía de vida y muerte, en un ciclo magistral que va más allá de las estrellas y que de ellas retorna para volver a comenzar la mágica carrera.

En mi privilegiada posición de sabiduría e inteligencia, me ahogo en el mar de los prejuicios y las inseguridades. Deshecho la simpleza y me abrigo de la luz que circunda tenue por doquier. Una estéril rebeldía e insana insatisfacción que nos aleja del útero que nos concibió como especie, entre comillas, especial… ahí está el origen de la angustia.

Christian E Castilblanco, Poemas a Dios. Fotografías, Valle de Sopó, Colombia.