Varones Versos, la bitácora de Jhorman

El joven poeta Jhorman Avilán nos comparte sus buenas vibras poéticas desde la Ciudad Jardín, la tierra grata de Fusagasuga en Colombia, un aparente desconocimiento que encubre una infinita sabiduría a pesar de los cortos años…el dolor del amor, una intensa agonía que se desata como una tormenta de metáforas sublimes. Destaca la magia que brota de la poesía, de manera tácita expone la real situación de los hacedores de versos...responsables de lo marginal y de las verdades incómodas así como de la belleza infinita que florece hasta en sus abismos. Una sublime tristeza entre lo insoportable de la cotidianidad, una ausencia que deja rastros de intensa agonía. Tímida remembranza de pasiones lunares y vientos fríos acariciando cálidas escenas… la hazaña del querer asechado por los miedos y el abismo enlutado de la parca.

Bienvenid@s a la Bitácora de Jhorman

(La enamorada)

Yo no sé de palabras…

¿He de prender mi mechero
para que no me depreden
las cuencas de tus cuevas?

Yo no sé de sonidos…

Hay témpanos.
Hay mortaja.
Ay, amor, tajas.
Ay, aliento congelado.

Yo no sé de razones…

Eres una llanta.
Mi vida se disuelve
en un vaso de sal.
Ruedas hacia alcantarillas de olvido
como yo ruedo hacia mi fin.

Yo no sé, ¡yo no sé!..

Pico agrietado
y mañana sin labios.
Tengo mis ojos
en pleno deshojamiento.
Tus ojos son dos bocas
de hipopótamo.
No sé si te quiero…
¿Tengo miedo?

Yo no sé si nada sé…

¡Tengo miedo!
Porque te quiero,
pero no te quiero.
Porque soy,
pero no quiero ser más.
Ser… ¿para qué?
Si tú me devoras.
Si tú tienes el latido roto
y hacia mí roto tu querer.

Yo no sé de gorriones…

O ser un bloque de hielo
de tu nevera rayada.
O ser una tiniebla
enredada entre las tuyas.
O pisar el húmedo suelo
de tus cuevas abiertas.
O rodar contigo
hacia el infierno,
o ser infierno
por no estar contigo.

¡No sé nada!
¡Mi pecho es telaraña!

¡Yo sólo sé de dolor!
¡Sólo sé de silencio!
¡Sólo sé de nevados!
¡Sólo sé de ignorancia!
¡Sólo sé de insustancias!
¡Sólo de…
ay, amado,
cómo me crepúsculo
por ti!..

(Meditación y trabajo)

«El poeta es un güevón más» Eduardo Bechara

Para Christian E. Castiblanco 😊😊

No sólo de poesía vive el poeta.
Se palpa, se camina y se siente;
de otra forma, no.
Este no vive en los cráneos mágicos
del éxtasis ni de la videncia
ni del favor divino:
¿quién escribe y canta baldado,
impotente del alma,
insatisfecho de sus propios cirios, que tenga que pedir los altos y ajenos?
Ciertamente, el poeta,
ser de carne, operatorio,
es un esfuerzo humano
por prender la belleza
de sus cabellos,
volverla tangible, plasmarla
《enmanudado de la razón》
inspirado en cuanto canta
y cuanto gime,
es y existe.
El barro conoce la sombra cálida
de los trinos,
y también ha padecido la trompa aguda del azadón.
¿Es indiferente el poeta
a esta epopeya cotidiana?
En manera alguna.
No en vano se le abren heridas
a la tierra,
pues en pago se sufre la salada sangre clara de la frente.
Esto el poeta también toca hasta los codos,
y así mismo del barro hace nacer quetzales
como Dios plugo de animar
al hombre.
Todo aquello que existe y es
puede ser ungido con saliva
de centella.
Nada escapa a la poesía,
pues su boca es ancha,
extensas velas al aire posee,
larga llamarada,
infinita de sombra aromática
que nos abarca el respiro,
nuestro huellas, nuestras llagas.
Con todo,
farolillos de hojalata,
no sólo de poesía vive el poeta.

(Lejanía de dos seres hermanos)

Para: Vate Gonzalez

El barco de la noche
deja una estela de caucho
por entre las paredes de cemento.
Sombras tajan
nuestra unión de fique.
Tú sobre el marrón seco y húmedo,
y mi cuerpo sobre el triste gris
del humo, las llantas y el ladrillo.
Se siente en el corazón
una vaga mordedura de piedra
y mil gritos de palomas
proferidos desde lontanaza.
Allende de la serpiente de niebla
sobre los lomos de la cordillera,
hay una voz cuarteada;
aquí se siente el eco y el golpe
de un ciego colibrí
que contra el cristal se estrella.
Una suerte de postes
medio fundidos
me recuerdan tu acento
y la noche en la que caminábamos
y tus bigotes.
La calle me muestra
su lengua familiar
y te echo de menos,
porque paso por la calle
de andenes moreteados,
y tu huella es sorda
como también
lo son mis pasos,
pues que no están los tuyos
al compás de los míos.
¿Me ahogarás, por ventura,
en la espesura
de un no me acuerdo?
¿Dejarás que la única golondrina
de esta ciudad se desborone?
Entre los matorrales tú tienes
tu pica, tu moza y tu ruiseñor.
Aquí los puentes se caen.
¿Qué me queda sino el chapuceo de una flaca melodía?
El barco de la noche
leva sus anclas.
Tú tienes amaneceres color amada, lulo y café.
Estoy entre las hojas,
sólo la ausencia me acompaña.
Estas letras que de arrugas
y de luciérnagas me hablan,
no pueden saciar mi hambre
que tengo de tu presencia,
de tu amistad.

La luna de arena.


Fondo tonal de olas que se unen,
se separan, se unen…
Juntos.
Sólo eramos labios.
Las manos en sus asuntos
y los fríos vientos en los suyos.
Oh…

(Por sumercé)

Por sumercé, y sin hipérbole alguna,
iría a dormir a pelo
en el Páramo de Sumapaz.

Pero, con más berraquera,
lo haría incluso
en el Páramo del Miedo…

Considero que para amar
es menester, imprescindible,
que uno haga el amor primero
con la muerte.

Jhorman Avilán, Fusagasuga, Colombia

Edición y recopilación: Christian E. Castiblanco, Colombia

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